DANCING with THE MASAI

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“Cuando viajas, primero te quedas sin palabras para después convertirte en un gran narrador”. Ibn Battua. Voyage es uno de nuestros principales valores, representa nuestra fuente de inspiración, donde empieza todo, el origen. Historias de siglos pasados, paisajes abrumadores, artesanos poseedores de técnicas casi extinguidas, legados generacionales, sabores exóticos y olores intensos, que se graban a fuego para después dar forma a nuestra historia.

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Piluca Hueso, fundadora de RV74, se adentró en la cultura Masai así como en su apasionante costa Swahili en el noreste del país.

“El periplo keniata organizado por nuestros amigos expertos en África, Atria Travel, comenzaba en el aeropuerto de Wilson en Nairobi, donde una avioneta con capacidad de apenas diez pasajeros nos conducía a Masai Mara. Jambo! Bienvenidos! A nuestros pies se revelaba una tierra de un intenso color verde, de infinitas llanuras de claros y arbustos que dejaban entrever su majestuosa vida animal. Bailamos y saltamos con los Masais, compartimos una mañana en su mercado local, un imponente juego de colores rosas y rojos bañaban sus vestimentas, caminamos entre sus cabras y preciadas vacas y conocimos su sencilla artesanía. Y así, se nos llenó el corazón de la fuerza de la naturaleza Masai. ”

Lejos de la sabana y las tribus Masai, casi frontera con Somalia, se esconde Lamu, un pueblo costero nacido de un pequeño asentamiento Swahili con un milenio de antigüedad. A tan solo dos kilómetros, alejados del bullicio de Lamu, nos acogía Shela en su mítico Hotel Peponi, lugar que un día fue punto de encuentro entre viajeros, intelectuales y hippies de los años 70. Peponi es mucho más que un hotel, es todo un símbolo del lugar, con una arquitectura única y una gastronomía excepcional.

A bordo de un Dhow (una tradicional embarcación a vela árabe de madera) empezamos una mágica travesía contemplando una costa que fue testigo durante siglos de convivencias entre árabes, persas, indios y africanos. En silencio navegamos entre Manda y Lamu contemplando la puesta de sol más dorada y emocionante que recuerdo. 

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Con un sofocante calor, paseamos por las calles de Shela, descubrimos muchas de su fachadas trabajadas con polvo de coral y madera de manglares, y disfrutamos de su leitmotiv “Pole Pole” (poco a poco, sin prisas).  Tomamos un helado de mango y pistacho, y nos perdimos entre calles y artesanos locales.

Caída la tarde, nos dirigimos hacia Lamu. Vibrante e inquietante, se descubría un pueblo sucio y decadente que recorrimos entre callejones estrechos, a riesgo de ser atropellados por burros dirigidos por niños riendo, al son de las oraciones del imán de sus mezquitas, ancianos charlando y mujeres agrupadas avanzando en sus quehaceres. Un puerto exótico donde el reloj se detuvo hace siglos y la vida siguió siendo igual, a pesar de que los smartphones y ropa heredada de la vieja Europa desvelaran la entrada al mundo moderno.

Casi inadvertido, descubrimos Baraka un anticuario lleno de tejidos bordados de más de 100 años de antigüedad, máscaras y taburetes tribales. Cerramos el día en Tasilli, una galería cuyo propietario español Alexis de Vilar, ofrece una apasionante obra con escenas de la sabana con ciertos resquicios del maestro Peter Beard.

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Con el “Pole pole” por bandera, nuestra colección de tejidos Bogolan, enmarca cada textura, cada baile, cada color registrado en nuestra retina, cada una de sus tierras sobre las que nuestros pies han caminado, cada vibrante sonido de su oración, cada profunda conversación, cada puesta de sol y ante todo la majestuosidad de su naturaleza. Una serie limitada de tejidos excepcionales, inspirados en la cultura de esta apasionante tierra de historia y tradición.

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